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Freudiano, Pelirrojo, comilón de libros, comida, personas, crítico con todo el mundo, ni yo me salvo, deportista, intento de escritor, músico e hijo. Intento escribir poesía, no me creo poeta, ni nada por el estilo, me gusta escribirlas de forma rápida, ya que rápidos son los sentimientos que crean la poesía. www.fotolog.com/xxzanaxx

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Las coincidencias llamaron demasiado.

Él llevaba una tableta de chocolate marca ''hediscutidoconminovia''. Ella bajaba las escaleras mecánicas. Y sus miradas se cruzaron. Él puso aire de indiferencia. A ella se le leía la timidez en la cara. Y entre la incomodez soltaron cuatro palabras que llamaron al destino, como si Ariadna hubiera sacado sus mejores sedas y minuciosamente hubiera tejido la trama de la novela más inquietante de la historia. A él se le puso cara de interés. A ella de curiosidad. Él se saltó unas cuantas paradas de metro, embelesado en qué sabe él de ella. Ella rió.
Lejos de que un roto en la tela acabara con todo, una mañana lluviosa hizo que quedaran, tal vez para consuelo de ella, tal vez a modo de juego para él, que se sentía el protagonista en una trama cortajiana.
Y vieron como debajo de las estrellas un león acercaba su nariz a la leona, como un cerdo acababa con hienas, y él vio la metáfora en la nostalgia de ella, en el mar de niebla del juego formado por su piel y mirada, cerrado en un círculo finito por sus manos inseguras pidiendo ayuda. Y él, lo comprendió.
No podían evitar caer en las marcas del otro, en las marcas pasadas, en todos esos martillazos que esculpen la blanca estatua y que al principio la define y al final la destruye. Querían conocer las cicatrices, querían ser arroyo que recorre el cauce por ellas, y acaso intentar limpiar, pero no erosionar más.
La curiosidad amanecía y ellos eran la sombra alargada en del otro por el sol.
Entonces él decidió escribir el último acto de un todo, que nunca llegó a nada, para empezar a escribir un todo que empezó de la nada. Y ella, ella rió.

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