Y en mi recuerdo aparece su verde reflejo,
y en mis deseos aparecen sus labios,
deslizándose, hacia abajo,
y en mi tristeza aparecen sus caricias,
caricias que se marcharon, se perdieron,
de la misma forma con la que alza el vuelo
un pájaro asustadizo en las tinieblas.
Y echo de menos todos aquellos atardeceres,
que nunca llegamos a vivir.
Yo te di un sueño que no supiste vivir. O algo así, te haré oír cuando la frase me vuelva a venir.
ResponderEliminar