Perdona, si no me acuerdo de tu nombre,
una entre mil, es difícil de acordarse.
besos, jugueteos en una noche.
Descolocamos la habitación entera,
volviéndonos salvajes.
Recuerdo, tus locos pelos cuando
me cabalgaste, insaciable, insaciable,
tus manos arrancando mi carne.
Y en tu largo gemido,
todo su recorrido,
fue saboreado por mis oídos.
No te llamo porque te quiera,
si no porque necesito estar
un poco más entre tus piernas.
¿Tuya? ¡Muy buena!
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