A tu mirada y a tus labios finos me los follaba,
y robaré todos los gemidos que se te escapen,
mientras mis manos recorren tu blanca espalda.
Y mis labios sobre los tuyos bajando, despacio,
hasta hallar el momento. El humo gris se alza,
¿donde lo hicimos? en la cama, el suelo, no sé,
lentamente, el silencio se apodera de la sala,
de nuestros cuerpos inmóviles, no pido más.
Testigos del deseo, yacen muertas, las sábanas,
ese era el último condón, y yo aun tengo ganas,
Te lo volvería a hacer, una, una sola vez más,
de no ser porque has cerrado ya tus ojos,
y duerme abrazado a mi tu cuerpo blanco.
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