''De los sueños, a la realidad, hay un abismo, que solo unos locos, se atreven a saltar.'' Rezaba la última frase del libro. Lo dejó encima de la estantería y se acostó en la cama Quería pensar que no existía nada más allá del último pliegue de sus sábanas, encerrarse en su mundo y no salir.
Había quitado todas sus fotos, todos sus recuerdos, y los había hundido en el fondo de la papelera.
No le cabía en la cabeza, tanto engaño ni dolor y salía en forma de lágrimas.
Sin quererlo, se enteró, sin beber, se lo bebió, esas palabras que se rumorean, y al final resultan ser ciertas.
Olisqueó, el olor del engaño, y al final se encontró con la fragancia en sus narices.
Más que el hecho, duele la daga, en cuyo acero brilla mentira, y la cicatriz que siempre dejan este tipo de heridas.
Ella, por su parte, se volvería loca, dejaría de soñar que le quiere olvidar, y saltaría, y ¿caer? no lo sabe, si en su abismo otra vez, o si en la orilla.
Sin quererlo, se enteró, sin beber, se lo bebió.
ResponderEliminarUuuu.