18 años, es la edad, en la que quieres estrujar al mundo.
Exprimirlo, como si fuera un zumo, y beberte todo el jugo.
La prepotencia y la arrogancia, no suenan tan mal,
es la edad, para ocultar la verdad, y jugar, experimentar.
Qué más da, qué más da, qué más da.
A oscuras, nadie ve nada,
bajo el silencio se ocultan las miradas,
se cierran los ojos y se besan,
siempre sin mirar,
porque la persona, al final, da igual.
18 años, es la edad, en la que te cuestionas todo,
para terminar pasando de tus preguntas,
para acabar agarrando una borrachera y vomitando.
Para acabar levantándote de las vías del tren.
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