Tener 18 años, y ganas de estar en la cama,
es un claro síntoma de que algo no marcha.
Será la tontuna del tiempo, o la frustración
de hacerlo todo y que luego te digan no.
Tener ansias de libertad bajo cuatro paredes,
encadenado a esos malditos sentimientos,
recuerdos y esas demás visiones que no ocurrieron.
Acabas con la boca llena de arena, como
el vagabundo, que sediento, se tira a
cualquier delirio llamado oasis del desierto.
Intentar algo y que te salga una mierda de 4 versos.
Los dieciocho incluyen etapas como esas, pequeño grandullón.
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